Resumen
Con la creciente popularidad en la última década, de los fondos indizados, que son aquellos que replican la composición de un índice de renta fija, variable o de materias primas, cobrando comisiones de manejo muy bajas, se ha ido creando una corriente de opinión que sostiene que los fondos activos van en vía de extinción al no generar retornos cónsonos con las comisiones que cobran.
Con la creciente popularidad en la última década, de los fondos indizados, que son aquellos que replican la composición de un índice de renta fija, variable o de materias primas, cobrando comisiones de manejo muy bajas, se ha ido creando una corriente de opinión que sostiene que los fondos activos van en vía de extinción al no generar retornos cónsonos con las comisiones que cobran.
Las estrategias activas parten del supuesto de que un gerente profesional de inversiones es capaz de detectar anticipadamente una tendencia del mercado financiero y construir una estrategia ganadora a partir de esa pieza de información. Cuando estos gerentes son exitosos, los fondos de inversión a su cargo demandan el pago de una prima a los inversionistas por disfrutar de la “sabiduría” de estos rock stars del mundo de la inversión.
Los fondos de cobertura, que son clásicos representantes de los ejecutores de estrategias activas, se remuneran tradicionalmente con el esquema 2%/20%, el cual estipula que estos cobran una comisión fija equivalente al 2% del valor del portafolio y un 20 % de los beneficios obtenidos. En el año 2008 estos fondos recibieron comisiones en el orden de 19,1 % de los beneficios obtenidos, las que han bajado al 16,4% en el segundo semestre de 2019.
La sofisticación de los mercados financieros impulsada por las nuevas tecnologías y por el proceso reflexivo generado por la crisis financiera de la década pasada, que dejó en evidencia lo costosos y opacos que fueron durante mucho tiempo los servicios cobrados los grandes bancos de inversión, ha generado un nuevo ambiente de inversión donde los inversionistas institucionales se han vuelto más exigentes con quienes han sido sus proveedores habituales de servicios de asesoría de inversión.
En la medida en que existe mayor capacidad computacional y la inteligencia artificial evoluciona, hoy en día es posible delegar en computadoras “entrenadas”, la revisión de enorme volúmenes de información, y detectar esas tendencias que antes eran reservadas casi exclusivamente a los gerentes de fondos activos.
Hace un par de décadas los grandes inversionistas institucionales, estaban dispuestos a pagar importantes comisiones a aquellos gerentes profesionales que detectaran las grandes tendencias y les recomendaran las llamadas estrategias de valor (value, identificación de activos subvaluados) o momentum (identificación de los segmentos de mercado que liderarán el crecimiento de la economía en los próximos años). Ahora los inversionistas requieren mucho más.
La reducción de los costos de análisis de información ha abierto las puertas a los ETFs y los fondos mutuales para competir con estrategias de comercialización de servicios de inversión muchos más económicas, que cuestionan la pertinencia de contratar los costosos servicios de inversión de los fondos activos.
Se pueden encontrar indicios de la perdida de participación relativa de los fondos activos, al desglosar el volumen de transacciones de los distintos grupos de administradores de renta variable dentro del volumen total de acciones transadas en EE.UU. en el último año basándonos en las estimaciones de J.P. Morgan, a saber: 60 % a través productos derivados sobre índices bursátiles, 15 % en ETFs y sus derivados, 9,9 % a través de títulos individuales donde se incluyen las transacciones de los fondos activos, 8 % a través de fondos de alta frecuencia (high-frequency trading funds), 5 % por transacciones usando algoritmos y 2 % en opciones de cobertura.
Es muy probable que los fondos activos que sobrevivan, y algunos lo harán, a los embates de los fondos indizados sean aquellos que puedan identificar nichos del mercado accionario que no son de interés de los grandes inversionistas institucionales, debido a su baja capitalización y poca profundidad, y donde la baja liquidez de los títulos valores transados ofrecen la posibilidad de capturar retornos extraordinarios.
Los inversionistas institucionales cada vez están menos dispuestos a pagar atractivas comisiones por servicios de inversión poco diferenciados.
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