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  • Arca Análisis Económico

Metales estratégicos para la transición energética: el caso del cobre


Daniel Yergin, el conocido autor estadounidense que es especialista sobre temas energéticos, editó en días recientes para S&P Global un estudio titulado The Future of Copper: will the looming supply gap short-circuit the energy transition? (El futuro del cobre: ​​¿la inminente brecha de suministro cortocircuitará la transición energética?).


Yergin y sus colaboradores sostienen que para que la transición energética se cumpla en los plazos establecidos se requiere que exista suficiente oferta de metales conductores cuya demanda crecerá exponencialmente en la medida en que dicha transición avance.


El incremento en la producción mundial del cobre y otros metales estratégicos requerirá importantes innovaciones en tecnologías de producción y enfoques de políticas de políticas públicas ya que se necesitan regímenes regulatorios y fiscales estables y predecibles para fomentar la inversión y facilitar la construcción de nuevas minas, instalaciones de procesamiento y plantas de reciclaje.

 

Daniel Yergin, el conocido autor estadounidense que es especialista sobre temas energéticos, editó en días recientes para S&P Global un estudio titulado The Future of Copper: will the looming supply gap short-circuit the energy transition? (El futuro del cobre: ​​¿la inminente brecha de suministro cortocircuitará la transición energética?), documento altamente recomendado para aquellos interesados en el tema de la transición energética.


El informe sostiene que para que la transición energética funcione, es decir que para tener un nivel cero de emisiones de carbono en el año 2050 en Europa y EE.UU, en el año 2060 en China y el año 2070 en la India tienen que suceder simultáneamente tres grandes eventos. El primero de ellos es que se invierta la enorme cantidad de recursos requeridos para generar las infraestructuras productoras de energía limpia; el segundo es que se resuelvan una cantidad de problemas tecnológicos que hoy en día impiden almacenar a largo plazo y en grandes volúmenes la energía producida a partir de fuentes solares y eólicas; y el tercero que exista suficiente oferta de metales conductores cuya demanda crecerá exponencialmente en la medida en que dicha transición avance.


Las fuentes de energías limpias consumen muchos más cobre y otros metales estratégicos, que los que actualmente demandan las fuentes energéticas basadas en combustibles fósiles.


En el caso específico del cobre la demanda proyectada para el año 2022 es de 25 millones de toneladas métricas (t), la cual debería subir a 50 t para el año 2035, si se logra remplazar por vehículos eléctricos la flota que hoy en día usa gasolina y gasoil y se hacen los avances correspondientes en la generación de energías limpies y así cumplir con los pasos previos para alcanzar la meta de cero emisión en el año 2050.


En el periodo 2036-2050 la demanda crecerá modestamente hasta estabilizarse en el orden de 253 t en el año 2050. Por supuesto, una de las preguntas que deviene es de donde saldrá esta materia prima. En un escenario muy optimista debería ser producida gracias al aumento de la productividad de las minas existentes y del reciclaje.


La verdad es que no hay antecedentes en la industria del reciclaje del cobre que permitan suponer que su contribución a la oferta requerida pueda crecer a la velocidad requerida.


En un escenario basado en las tendencias actuales de extracción y reciclaje, se estima que la brecha entre oferta y demanda será de 9,9 t para el año 2035 y cerca del 20 por ciento de lo demandado para el año 2050.


El reporte establece un interesante paralelismo entre los requerimientos de cobre en las próximas décadas y los del petróleo en el siglo 20. Al igual que en el caso de los hidrocarburos, en pocos países se concentran las reservas mundiales de este mineral, Chile y Perú controlan el 38 por ciento de la producción mundial.


Los países con abundantes reservas no siempre tienen marcos regulatorios que permitan aumentar rápidamente la producción. La nueva constitución que se podría aprobar en Chile próximamente ralentiza los procesos de autorización de apertura de nuevas minas. Y para sorpresa de muchos lectores, lo mismo sucede en algunos estados de EE.UU.


Al igual que en el caso del petróleo, hay intermediarios cuyas agendas políticas compiten directamente con las de EE.UU. y la Unión Europea. China es un actor estelar en la cadena de valor del cobre. Ocupa una posición preeminente en su fundición (47 %), refinación (42 %), y uso (54%), además de su importante posición en la producción, lo que la convierte en el epicentro del mundo en dicho metal.


Las continuas tensiones comerciales y otras formas de competencia entre Estados Unidos y China podría afectar el mercado del cobre en el futuro, de allí que la resiliencia de la cadena de suministro ha surgido como un imperativo estratégico, particularmente después de la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania.


El estudio señala que para 2035 Estados Unidos importará entre el 57% y el 67%, de sus necesidades de cobre. Es muy probable que una competencia cada vez más intensa por los metales críticos tenga implicaciones geopolíticas.


El reto para todos los actores involucrados en la transición energética será gestionar prioridades que a veces compiten entre sí y a menudo son contradictorias.


Lograr emisiones netas cero en el año 2050 requerirá importantes innovaciones en tecnologías de producción y en los enfoques de políticas públicas ya que se necesitan regímenes regulatorios y fiscales estables y predecibles para fomentar la inversión y facilitar la construcción de nuevas minas, instalaciones de procesamiento y plantas de reciclaje.


La transición energética requerirá minerales críticos, muchos de los cuales solo se producen como coproductos o subproductos del procesamiento del cobre (fundición y refinación). Algunos de estos ya están identificados bajo nacientes iniciativas gubernamentales, particularmente en los Estados Unidos y en la Unión Europea, mientras otros aun no lo son. El camino de la transición energética está lleno de piedras en un sentido casi literal.

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