Las sociedades de capital variable (open-ended investment funds) manejan inversiones por el orden de 41 billones de dólares, que invierten en una amplia gama de productos financieros con distintos grados de liquidez y están obligadas a devolver a sus clientes inmediatamente el dinero colocado en ellas. Generalmente los montos de los clientes que se retiran son sustituidos por los de los nuevos accionistas, y cuando estos no son suficientes, los administradores de estos vehículos de inversión tienen que liquidar parte de su portafolio, y como es de esperarse venderán primero los títulos más líquidos.
Al no conocer cuáles podrían ser las necesidades de liquidez de las sociedades de capital abierto en un episodio de crisis sistémica tampoco conocemos como podrían estas afectar la estabilidad de los mercados financieros.
Hace un par de semanas la primera ministra del Reino Unido, Mary E. Truss, anunció un paquete económico que prometía una importante rebaja de impuestos que sería financiada con nuevas emisiones de deuda pública nacional, y el mundo se le vino encima. Los mercados financieros cuestionaron el diseño del plan económico y manifestaron su incomodidad presionando las tasas de interés al alza y devaluando la libra esterlina.
Los fondos de pensiones británicos, que habían montado estrategias de cobertura con productos derivados para cubrirse de eventuales caídas de las tasas de interés se vieron forzados a reponer colaterales vendiendo sus activos más líquidos, es decir títulos deuda pública, lo que presionó aún más las tasas al alza.
El Banco Central de Inglaterra, para frenar la subida excesiva de las tasas de interés, tuvo que intervenir creando un programa de compra de títulos de deuda, en contradicción con su estrategia de reducción de liquidez para atenuar la inflación.
Esta breve historia muestra como los bancos centrales de los países desarrollados han generado inestabilidad en distintos segmentos de los mercados financieros al ofrecer durante más de una década una gran oferta de fondos a las corporaciones y los inversionistas institucionales a costo cercanos a cero.
Las bajas tasas de interés vigentes hasta fecha saturaron la presencia de inversionista, que buscaban mayores rendimientos, en sectores como el inmobiliario o el de capital privado. Pero ahora que empezamos a entender que la oferta de dinero barato no podía durar para siempre, los inversionistas y las corporaciones reajustan sus portafolios de inversión para responder a esta nueva realidad de costos financieros creciente.
Las recomposiciones de portafolios generan volatilidad en el precio de los activos financieros, tanto los de los de oferta pública como de los que no. Cuando un inversionista necesita bajar su nivel de deuda, o hacer frente a la solicitud de reposición de un colateral, como fue el caso de los fondos de pensiones británicos, vende los instrumentos financieros más líquidos como pueden ser los títulos de deuda pública, por lo que el desbalance en un segmento de mercado como podría ser el del capital privado, obliga a vender posiciones en otro segmento más líquido como podría ser el de la deuda pública.
Recientemente, la periodista Gillian Tett del The Financial Times señaló que según cálculos del Fondo Monetario Internacional, que aparecerán próximamente en una publicación titulada Financial Stability Review October 2022, las sociedades de capital variable (open-ended investment funds) manejan inversiones por el orden de 41 billones de dólares.
Dichas sociedades invierten en una amplia gama de productos financieros con distintos grados de liquidez y están obligadas a devolver a sus clientes inmediatamente el dinero invertido en ellas. Generalmente, los montos de los clientes que se retiran son sustituidos por los de los nuevos accionistas, y cuando estos no son suficientes, los administradores de dichos vehículos de inversión tienen que liquidar parte del portafolio, y como es de esperarse venderán primero los títulos más líquidos.
El gran problema es que no hay manera de estimar cuales podrían ser las necesidades de liquidez de las sociedades de capital abierto en un episodio de crisis sistémica.
Los inversionistas deben prepararse para ver nuevos episodios de volatilidad tal como el vivido recientemente en el mercado de deuda pública inglesa mientras los bancos centrales de los países desarrollados continúen subiendo sus tasas de interés para combatir la inflación.
Los desequilibrios económicos pueden persistir por muchos años pero en algún momento la cruda realidad se impone.
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