En un contexto de alta sincronización entre las economías nacionales pareciera que la diversificación internacional de los portafolios de inversión en acciones tiene poco que ofrecer. Pero como el futuro es incierto, la diversificación internacional de los portafolios accionarios sigue siendo una póliza de seguro para protegerse de la caída de las naciones que hoy en día protagonizan el liderazgo económico.
En 1974, el profesor Bruno Solnik (BS) publicó en the Financial Analysts Journal un artículo titulado Why not diversify internationally rather than domestically? que es una extensión del trabajo seminal de Harry Markovitz de 1952, donde se muestra como la incorporación de títulos accionarios de un segundo país mejora sustancialmente la relación riesgo-retorno del portafolio de un inversionista nacional.
Durante años el trabajo de Solnik ha sido utilizado por los bancos de inversión para impulsar la venta de productos de renta variable que tratan de explotar simultáneamente los grandes retornos esperados en ambientes nacionales de alta incertidumbre con la baja vinculación del desempeño de estas economías con las de los países desarrollados. De hecho, quienes viven en el tercer mundo, encuentran en esta propuesta una clara justificación a la expatriación de parte de su patrimonio.
Sin embargo, la propuesta de BS fue desarrollada en un panorama internacional de inversión muy diferente al actual, donde los procesos de procura y producción tendían a realizarse en ámbitos nacionales, y donde el efecto contagio de los problemas de economía nacional sobre el resto del mundo eran relativamente limitados.
La evidencia económica de las últimas tres décadas sugieren que ese “aislamiento nacional” dejó hace mucho rato de ser cierto, de allí que los profesores Elroy Dimson, Paul Marsh y Mike Staunton de the London Business School (LBS ) se plantearan el responder una pregunta de alta relevancia en estos tiempos de incertidumbre, y esta es: ¿Cómo funciona la diversificación internacional propuesta por BS en tiempos de crisis?
Una respuesta detallada a esta pregunta la encontramos la encontramos en la edición del año 2022 del Credit Suisse’s Global Investment Returns Yearbook, la cual se puede obtener gratuitamente en la página web de la institución suiza. Para aquello que no quieran esperar, a continuación una respuesta corta a tan interesante pregunta.
Los profesores de la LBS encontraron que en el periodo 1946-1971 la correlación promedio entre Alemania, Francia, Estados Unidos y el Reino Unido fue del orden de 0,11, la cual es discreta. Pero en el periodo 2001-2021 subió, lo que significa que estos mercados se mueven en la misma dirección casi todo el tiempo.
Gracias a la propuesta de BS los fondos de pensiones estadounidenses incrementaron la fracción de títulos accionarios extranjeros de 1 por ciento en 1980 a 18 por ciento en 2019.
Lamentablemente, tal diversificación no generó los resultados esperados, ya que un portafolio accionario invertido en un 100 por ciento en EE.UU., excedió en 1,9 por ciento de retorno anual a su homologo compuesto exclusivamente de acciones no estadunidenses durante el periodo 1974-2021. Dicho diferencial de retorno se hace más notorio a partir de 1990, llegando a ser del orden del 4,6 anual.
Es importante no sacar conclusiones apresuradas sobre los beneficios de la diversificación accionaria internacional, ya que las grandes empresas estadounidenses de oferta pública realmente son portafolios de negocios con gran exposición a activos localizados fuera de EE.UU., por lo que sin proponérselo los inversionistas estadounidenses ya están de facto diversificados internacionalmente al comprar acciones de su país.
Como el futuro no es desconocido no es de descartar que las altas correlaciones entre las acciones estadounidenses y sus homologas de otros mercados puedan revertirse posteriormente. Tampoco estamos seguros de que las condiciones económicas que han generado el mejor desempeño mostrado por el mercado accionario estadounidense sobre el resto del mundo se mantengan en un futuro.
Las empresas estadounidenses han sido las grandes beneficiarias de un proceso de globalización que pudiera estar revirtiéndose, por lo que la diversificación accionaria internacional podría seguir actuando como una póliza de seguros sobre un eventual deterioro de la economía estadounidense en las próximas décadas.
En pocas palabras, no hay que descartar los postulados del profesor Solnik, ni olvidar la evolución de las correlaciones entre los diversos mercados nacionales. No es la primera vez en la historia de las naciones en que las economías en lugar de moverse al unísono se desincronizan, y en esos periodos diversificar internacionalmente paga.
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