Uno de los grandes retos de las empresas petroleras propiedad de gobiernos nacionales es mantener un adecuado balance entre sus políticas de dividendos y sus planes de inversión. Para nadie es un secreto que siempre existen incentivos para promover una política de dividendos generosa que sirva para financiar el gasto público. Pero como en todo juego con restricciones, la única manera de invertir y repartir dividendos sustanciosos es abriendo la empresa a terceros, vía endeudamiento o emisión de nuevas acciones.