La Reserva Federal (FED) ha iniciado un ciclo de discusión para evaluar opciones para hacer un mejor monitoreo del mercado de bonos y papeles emitidos por el gobierno federal estadounidenses con el objeto de garantizar la liquidez de los títulos valores.
El primero de estos encuentros lo organizó la Reserva Federal de Nueva York el pasado 15 de noviembre, en el que funcionarios de la FED presentaron dos propuestas destinadas a regular la actuación de instituciones no bancarias que participan activamente en el mercado de papeles del tesoro.
La primera de ellas, conocida como la Regla del Intermediario, requiere que cualquier institución que intermedie más de 25 mil millones de dólares mensuales en dicho mercado, se registre como intermediario financiero lo que la obligaría a dar información más detallada sobre sus operaciones a los reguladores y a poseer mayores niveles de capitalización patrimonial. La segunda, es crear una cámara de compensación de títulos del tesoro, lo que obliga a los intermediarios a colocar colaterales cónsonos con el nivel de riesgo de sus operaciones. Veremos cómo avanza esta discusión que apenas comienza.
Con un monto en circulación de 24 billones de dólares, el mercado de papeles del tesoro estadounidense es sin duda alguna la piedra angular del sistema financiero internacional. En él se genera la información básica para fijar el resto de las tasas de interés de la economía mundial, y sus instrumentos sirven de refugio a los inversionistas en momentos de alta incertidumbre.
Lamentablemente, a partir del 2014 han sucedido una serie de eventos puntuales que han dejado en evidencia una importante reducción en la liquidez del mercado secundario de títulos del tesoro. ¿A qué se debe este fenómeno? Las razones son varias.
La primera de ellas, es que la Dodd-FranK Act del 2010, la ley de regulación financiera generada como respuesta a la Gran Crisis Financiera del 2007-2009, impide a los bancos comerciales estadounidenses actuar como hacedores de mercado, es decir tener portafolios de títulos valores por cuenta propia, lo que les permitía, en el pasado actuar, como contraparte de los inversionistas cuando estos deseaban comprar o vender títulos valores. Estos hacedores de mercado siempre estaban dispuestos a dar precios de compra o venta en firme, aun en los momentos más volátiles.
La segunda, es que el rol de hacedores de mercado que dejaron los bancos comerciales ha sido cubierto de manera imperfecta por fondos de cobertura y los llamados especuladores de alta velocidad (high-speed traders), que son actores poco regulados, con modelos de negocios altamente apalancados y que pueden retirarse temporalmente de los mercados sí las fluctuaciones de precios les crean condiciones adversas para transar.
La tercera, es que compradores tradicionales de títulos del tesoro estadounidenses como son la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) y el Banco de Japón han reducido su nivel de actividad. La FED debido a su plan de reducir su balance general, por lo que evita comprar títulos valores, y así recoger la liquidez inyectada al sistema financiero en los últimos 14 años; y el banco central japonés al vender sus inventarios de papeles estadounidenses con el objeto de generar dólares que luego vende para fortalecer al yen frente a la moneda estadounidense.
Pese a sus problemas de liquidez, el mercado de papeles del tesoro estadounidense seguirá creciendo en los próximos años por una razón muy sencilla, al subir las tasas de interés en EE.UU., el Departamento del Tesoro tiene que emitir nueva deuda para cumplir con sus compromisos de pago de intereses.
Tanto la FED como el Departamento del Tesoro entienden que no se pueden dar el lujo de que se surjan dudas sobre el buen funcionamiento del mercado secundario de deuda pública estadounidense. Una crisis similar a la vivida en el mercado de títulos valores ingleses el pasado mes de octubre de 2022 tendría consecuencias desastrosas para la economía mundial.
Por ello la FED, ha iniciado un ciclo de discusiones para evaluar opciones para hacer un mejor monitoreo del mercado de bonos y papeles emitidos por el gobierno federal estadounidenses. El primero de estos encuentros lo organizó la Reserva Federal de Nueva York el pasado 15 de noviembre, en el que funcionarios de la FED presentaron dos propuestas destinadas a regular la actuación de instituciones no bancarias que participan activamente en el mercado de papeles del tesoro.
La primera de ellas, conocida como la Regla del Intermediario, requiere que cualquier institución que intermedie más de 25 mil millones de dólares mensuales en dicho mercado, se registre como intermediario financiero lo que la obligaría a dar información más detallada sobre sus operaciones a los reguladores y a poseer mayores niveles de capitalización patrimonial.
La segunda, es crear una cámara de compensación de títulos del tesoro, lo que obliga a los intermediarios a colocar colaterales cónsonos con el nivel de riesgo de sus operaciones.
Si bien, tales propuestas podrían ayudar a estabilizar al mercado deuda pública estadounidense en momentos de liquidez restringida, los intermediarios no financieros las han acogido con disgusto, y en particular la primera de ellas, puesto que incrementan sus costos de operación y cambian sustancialmente sus modelos de negocios, que usan intensivamente el apalancamiento financiero para aumentar la rentabilidad de sus posiciones especulativas.
Sí los intermediarios no financieros se retirasen del mercado de deuda producto de las nuevas regulaciones, el problema de liquidez de dichos títulos podría agravarse, en contradicción con la intención original de los reguladores.
Desde que la Dodd-FranK Act del 2010 minimizó la participación de los bancos comerciales en el mercado de papeles del tesoro estadounidense quedó de manifiesto el hecho de que se necesitan hacedores de mercado con suficiente robustez financiera e institucional para llenar ese vacío que de manera muy deficiente cubren los fondos de cobertura y los especuladores de alta velocidad.
El problema es que dichos hacedores de mercados no han surgido espontáneamente. Puede que el negocio de ofrecer liquidez a los inversionistas institucionales en el mercado de deuda, no sea particularmente rentable para un actor privado ya que se requiere una fuerte inversión de capital al cual debe exigirse altos niveles de rentabilidad debido a los niveles de riesgo que la actividad trae consigo.
¿Por qué los bancos comerciales llenaron este rol durante tanto tiempo? Porque sus portafolios de títulos de renta fija se financiaban con los depósitos del público a muy bajos costos, apoyados además en la cobertura del Fondo Federal de Garantía de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés), tal subsidio no existe hoy en día.
Mientras tales proveedores de liquidez no existan, y sí se presenta una crisis en el mercado de deuda pública estadounidense, la FED tendría que intervenir dando una terrible señal a los mercados financieros ya que se pondría en duda una premisa fundamental y es que la deuda estadounidense actúa como último refugio en un mundo cada vez más volátil, y seguramente más ilíquido.
Comments