TINA, que no es un nombre de mujer, o un sinónimo de bañera, sino el acrónimo para la frase “There Is No Alternative”, utilizada en el contexto de las inversiones de oferta pública para indicar que, pese a su altos niveles de valoración, a muchos inversionistas no les queda otra alternativa diferente a seguir comprando acciones de empresas.
Sí algo adoran los comunicadores de habla inglesa son los acrónimos, y en particular, aquellos que evocan una acción, el nombre de un animal o de una persona, y dentro de este grupo se ha vuelto muy popular últimamente TINA, que no es un nombre de mujer, o un sinónimo de bañera, sino la versión corta de la frase “There Is No Alternative”, utilizada en el contexto de las inversiones de oferta pública para indicar que, pese a su altos niveles de valoración, a muchos inversionistas no les queda otra alternativa diferente a seguir comprando acciones de empresas.
Las políticas de los bancos centrales de los países desarrollados de mantener bajas las tasas de interés, para enfrentar, primero, a la Gran Crisis Financiera de la década pasada, y ahora a la pandemia más importante del último siglo, han causado una gran distorsión en las reglas básicas del diseño de portafolios de inversión.
En un pasado muy reciente, quien quería ingresos compraba renta fija, y quien buscaba apreciación de capital lo hacía a través de acciones. Sin embargo, en la actualidad cuando el rendimiento de los dividendos del S&P 500 es del orden de 1,25 %, y el treasury a 10 años se mueve en una banda que oscila entre 0,6%-0,8% el mensaje oculto detrás del acrónimo TINA es más que evidente. Este diferencial de retorno entre renta variable y fija es aún más pronunciado en Europa donde las políticas de dividendo de las empresas de oferta pública tienden a ser más generosas.
El hecho de que se perciba que “No hay Alternativa” genera tanto en los gerentes de portafolios de inversión como en sus clientes la sensación de estar atrapados, de estar jugando al mismo juego que los demás, y muchos saben por experiencias del pasado que estas son las situaciones que tarde o temprano degeneran en una burbuja financiera.
Si bien, puede haber nichos de inversión como la tenencia de oro, o la posesión de criptoactivos, tales familias de activos no son lo suficientemente abundantes como para desplazar a las acciones de oferta pública dentro de la mezcla de activos disponibles para la mayoría de los inversionistas.
Detrás de TINA hay un gran supuesto y es que muchas corporaciones de oferta pública serán capaces de navegar a través de la tormenta de la pandemia manteniendo márgenes de beneficios razonablemente aceptables. Pero si lo realmente estamos enfrentando es un interregnum, que es un término extraído del derecho romano, aplicable a situaciones donde no existe un liderazgo, donde el viejo orden de las cosas deja de tener vigencia y un nuevo orden no termina de emerger, entonces estamos en verdaderos problemas.
En un interregnum la recesión global se transformaría en una estagnación, que es un periodo de mínimo crecimiento económico acompañado de bajas utilidades corporativas, flujos de efectivos menguados y la reducción del pago de dividendos, por lo que el precio de las acciones debería caer significativamente.
TINA es una estrategia de impulso (momentum) que apuesta a que los factores que han empujado al alza a un sector de actividad económica seguirán haciéndolo durante un tiempo más, y dicho impulso se mantendrá mientras los actores económicos así lo crean.
Para los inversionistas y sus asesores la pregunta es: ¿Habrá llegado el momento de abandonar a TINA? Es evidente que no existe una respuesta clara a esta pregunta. En esta ocasión, todo dependerá de la evolución de la pandemia, ya que si las economías nacionales son capaces de abrirse nuevamente, manteniendo controlado el nivel de nuevos contagios y los sistemas de salud operando por debajo de sus máximos de capacidad de atención, TINA seguirá siendo la estrategia a seguir.
Por el contrario si el interregnum es el escenario emergente, habrá llegado el momento de abrazar la renta fija, con sus magros rendimientos. No habrá muchas cosas interesantes que contarle a los nietos con esta estrategia, pero muy probablemente si habrá algún dinero que dejarles.
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