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  • Arca Análisis Económico

Desactivar la bomba del Quantitative Easing


Poner fin al Quantitative Easing, el experimento macroeconómico más importante de los últimos veinte años, genera angustia entre los banqueros centrales y los inversionistas institucionales por igual. El Banco de Inglaterra, innovador en la aplicación de herramientas de intervención en los mercados financieros, será el primero poner fin a este programa, bajo la mirada atenta de sus pares de los países desarrollados y los miembros de la comunidad financiera. En esta columna se describe como los ingleses piensan llevar a cabo este proceso.

 

El Banco de Inglaterra (BoE, por sus siglas en inglés) ha sido un pionero en la implantación de mecanismos para enfrentar las crisis sistémicas del presente siglo. En el año 2010 implantó un mecanismo de inyección de liquidez sobre el sistema financiero británico que hoy en día conocemos con el nombre de Quantitative Easing, el cual fue replicado y expandido por la Reserva Federal de EE.UU. (FED), y que muy pronto debería comenzar a desmontarse, ya que la emergencia económica causada por el COVID-19 ha sido superada tanto en EE.UU. como en el Reino Unido.


Primeros en montar el QE y primeros en desmontarlo los funcionarios de los bancos centrales de los países desarrollados, y por supuestos los inversionistas institucionales, no podrán quitar un ojo de encima a la manera en que los ingleses ponen fin a este experimento económico, sin duda el más importante de la última década.

Para muchos este proceso asemeja a la desactivación de una bomba que se detona con mecanismo de relojería, dada la alta volatilidad que su institución hermana la FED, imprimió en los mercados financieros tanto en el 2013 como en el 2018 cuando insinuó que la versión estadounidense del QE llegaría a su fin. Desactivar la bomba es una tarea peligrosa.


La hipótesis de trabajo de los británicos es que sí este proceso se hace de la manera más explícita posible, la volatilidad en los mercados financieros podría atenuarse. En lugar de proponer un cronograma de reducción de compra de títulos valores, como ha intentado hacerse hasta ahora, los bancos centrales deberían explicar cuál sería la evolución de las tasas de interés que promoverían en cada posible escenario económico, información que no puede deducirse de un cronograma de reducción de compra de títulos de renta fija.


Es indiscutible que cuando el BoE anuncie el comienzo de la reducción del programa de compra de títulos de renta fija, estará mandando el mensaje de que la economía evoluciona adecuadamente. Lamentablemente los bancos centrales controlan lo que dicen, pero no las maneras en sus interlocutores procesan los anuncios. Cualquier comentario que haga sospechar que las tasas de interés subirán, afectará negativamente la tasa de crecimiento de la economía y el valor de la moneda nacional frente a sus pares comerciales.


El plan de desmantelamiento del QE inglés funcionará de la siguiente manera: El BoE comenzará elevando la Bank Rate, que es la tasa que paga a los bancos comerciales que tienen depósitos en el banco central. Esta tasa es el referente a partir del cual se fijan las tasas activas y pasivas del sistema bancario, y es en estos momentos del orden de 0,1 por ciento. Se espera en una primera etapa llevarla a 0,5 por ciento. Una vez alcanzada esta meta, el BoE comenzará a reducir su balance general, no reinvirtiendo el dinero obtenido por pagos de intereses o vencimientos de los bonos que forman parte del portafolio acumulado durante el QE.


Sí la reducción del portafolio de bonos no genera una volatilidad apreciable en los mercados financieros, comenzará la segunda fase de subida del Bank Rate esperando ubicarla en 1 por ciento, en ese momento el BoE tratará de reducir más rápidamente el tamaño de su balance vendiendo parte de los bonos de su portafolio en el mercado secundario.


En el pasado el BoE pretendía primero subir la Bank Rate para luego reducir el plan de compra de bonos, ahora espera que los mercados financieros estén poco agitados para vender los bonos de su portafolio.


Se espera que los bancos centrales en el futuro compren bonos masivamente en los momentos de crisis para inyectar rápidamente liquidez, y que se deshagan de estos instrumentos una vez superado el escoyo económico. De manera que si posteriormente es necesario volver a intervenir en los mercados financieros tengan holgura para implementar nuevos programas de compra de bonos. Si no han vendido los instrumentos financieros adquiridos en intervenciones previas, no es posible reactivar el mecanismo antes descrito.


En el caso en que la FED decida copiar el esquema de desmantelamiento del QE propuesto por su homologo inglés debería comenzar eliminando el programa de compra de 120 millardos mensuales en títulos del tesoro y papeles hipotecarios. Después debe evaluar sí la posibilidad de reducir su balance general, que en este momento roza los 8 billones de dólares, es una posibilidad real. La idea de que la FED comience a vender su portafolio de bonos en el mercado secundario de renta fija tiene implicaciones directas sobre la curva de rendimiento.


En todo caso, sí los bancos centrales de los países desarrollados deciden elevar las tasas de interés antes que tocar su portafolio de títulos valores, la curva de rendimiento se haría más empinada, lo que implica que subiría el rendimiento de los bonos con vencimiento a más largo plazo. Y cuando las tasas de interés suben, el apetito por bonos basura baja, pues los inversionistas no necesitan tomar mayores riesgos para obtener flujos de caja.


Cuando las tasas suben, el interés por las acciones con alto potencial de crecimiento, como es el caso de las empresas tecnológicas, cae, produciéndose las llamadas rotaciones del mercado accionario, donde se venden las acciones más sensibles al movimiento de las tasas de interés y se compran aquellas que se han rezagado en las últimas subidas del mercado, como es el caso de las acciones europeas o de los mercados emergentes.


En los próximos años los inversionistas deben seguir muy de cerca la estrategia que seguirán los bancos centrales para reducir el tamaño de sus balances generales. Sí deciden reducir el tamaño de sus portafolios de bonos para poder reaccionar más fácilmente a crisis financieras del futuro los precios de los instrumentos de renta variable se moverán bruscamente, y como siempre habrá ganadores y perdedores. El reto es entonces tratar de anticipar como los bancos centrales gestionarán el tamaño de sus balances generales.

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