Los profesores Daron Acemoglu, del MIT, Alex X. He, de la University of Maryland, Smith School of Business, y Daniel le Maire, de la University of Copenhagen, se preguntaron si era posible identificar alguna contribución especial de los CEO con títulos de maestría en negocios en las organizaciones que presiden, y para ello usaron una muestra de empresas estadounidenses y danesas. Los resultados de su investigación se recogen en el papel de trabajo de la serie de la NBRE titulado: Eclipse of Rent-Sharing: The Effects of Managers' Business Education on Wages and The Labor Share in The US and Denmark.
Estos investigadores no encontraron evidencia de que los directores ejecutivos con tales títulos aumenten las ventas, la productividad, la inversión o las exportaciones. Pero sí un aumento de los precios de las acciones de las empresas que los emplean, así como la transferencia de recursos a los accionistas vía recompras de acciones en EE. UU. y mayores dividendos, tanto en EE. UU. como en Dinamarca
En el año 2004 Henry Mintzberg , el académico canadiense considerado una autoridad en temas de diseño organizacional, publicó un libro titulado “Managers, not MBAs: a hard look at the soft practice of managing and management development”, que es sin duda alguna una de los mayores ensayos críticos sobre la manera en que las escuelas de gerencia desarrollan los programas educativos de los estudiantes de maestrías en negocios.
En su libro, el profesor Mintzberg sostiene que la gerencia en la vida real y su enseñanza en los centros académicos sufren grandes problemas que no podrán ser resueltos sin cambiar las prácticas gerenciales y la manera en que estas son enseñadas.
Mucho tiempo ha pasado desde la publicación de este trabajo seminal del profesor Mintzberg y ha sucedido una serie de eventos entre los cuales se incluye La Gran Crisis Financiera del 2007 y los problemas de la banca de consumo del grupo Wells Fargo, que no han hecho más que reafirmar una preocupación creciente sobre la pertinencia de lo que enseñan las escuelas de gerencia y el impacto de sus egresados en el mundo empresarial.
En aras de contribuir a esta discusión, los profesores Daron Acemoglu, del MIT, Alex X. He, de la University of Maryland, Smith School of Business, y Daniel le Maire, de la University of Copenhagen, se preguntaron si era posible identificar alguna contribución especial de los CEO con títulos de maestría en negocios en las organizaciones que presiden, y para ello usaron una muestra de empresas estadounidenses y danesas. Los resultados de su investigación se recogen en el papel de trabajo de la serie de la NBRE titulado: Eclipse of Rent-Sharing: The Effects of Managers' Business Education on Wages and The Labor Share in The US and Denmark.
Estos investigadores no encontraron evidencia de que los directores ejecutivos con tales títulos aumenten las ventas, la productividad, la inversión o las exportaciones.
Adicionalmente, usando datos detallados sobre empresas y trabajadores de los EE. UU. y Dinamarca, observaron los efectos de remplazar un director ejecutivo sin educación gerencial por uno poseedor de un MBA o una licenciatura en negocios. Encontrando que el mayor cambio a destacar es la caída de las remuneraciones de los trabajadores medida como un porcentaje de los ingresos. Este resultado es igualmente válido para los EE.UU. y Dinamarca.
En el caso de los EE.UU. los salarios en empresas dirigidas por un CEO con título de maestría en negocios fueron 6 por ciento menores que los que los de su grupo de comparación una vez transcurridos cinco años de la permanencia de estos ejecutivos en sus cargos, y cinco por ciento inferiores medido como un porcentaje de las ventas. En el caso de Dinamarca estos números fueron del orden de tres por ciento en ambas medidas.
En el estudio se encontró que los empleados más calificados tenían más probabilidades de irse después de las disminuciones salariales relativas. Las empresas dirigidas por directores ejecutivos sin un título en negocios comparten aumentos en los ingresos o las ganancias con su fuerza laboral.
Sin embargo, los accionistas se benefician del nombramiento de un director ejecutivo con un título en negocios, al menos a corto plazo. Los precios de las acciones aumentan así como la transferencia de recursos a los accionistas vía recompras de acciones en EE. UU. y mayores dividendos tanto en EE. UU. como en Dinamarca. A los gerentes con educación empresarial también se les paga más.
Es importante destacar que estos CEO no fueron contratados para rescatar empresas en problemas. Y los resultados no cambian si estos directores sustituyen a alguien por fallecimiento o retiro.
No hay indicaciones de que los recursos no entregados a los trabajadores se hayan usado para aumentar inversiones en las empresas.
¿Por qué los CEO con estudios gerenciales se comportan de esa manera?, ¿Por qué ponen mayor atención a los accionistas que a otros grupos de interés?
Los CEO que forman parte de la muestra egresaron de las escuelas de negocios, en su mayoría, antes del año 2000, y en ese entonces el paradigma gerencial vigente lo representaba el pensamiento económico del economista Milton Friedman quien en 1970 dijo: “la responsabilidad social de las empresas es aumentar sus beneficios”. La idea de que los buenos gerentes aumentan las ganancias de la empresa obviando otras consideraciones era común en las escuelas de negocios y los departamentos de economía de la época.
Recordemos que temas como la búsqueda de corporaciones livianas o la reingeniería de procesos que apuntaban a la reducción de costos estimulaban a los egresados de las escuelas de negocios a adoptar una postura más dura y garantizar que las mayores ganancias corporativas se destinaran principalmente a los accionistas.
Adicionalmente, no siempre los CEO y otros miembros de las altas esferas corporativas tienen posibilidad de desarrollar relaciones empáticas con los miembros de los niveles peor remunerados dentro de las empresas que dirigen.
¿Se puede inferir del artículo de los profesores Acemoglu, He y le Maire que las escuelas de negocios han perdido la brújula? No necesariamente
El cambio curricular de las escuelas de negocios se ha modificado sustancialmente para incorporar los puntos de vista de otros grupos de interés que incluyen a los empleados y obreros, a los entes reguladores, a las comunidades donde los negocios tienen sus sedes y por supuesto a las minorías de todo tipo.
Los cursos de ética, la inclusión de temas de gobernanza corporativa en una mayor extensión, la preocupación por los temas ambientales han alcanzado niveles de cobertura curricular impensables a finales del siglo XX.
La gran mayoría de los egresados de las escuelas de negocios no ocupan las posiciones máximas de alta dirección corporativas, pero si contribuyen en los distintos cargos que ocupan a la creación de valor.
Las escuelas de negocios al igual que cualquier otro ente académicos tienen que estar abiertas a las críticas y a la autoevaluación constante y en tal sentido cuentan con el apoyo y monitoreo de entes acreditadores como AACSB, AMBA y EQUIS que a través de sus estándares obligan a estas organizaciones a revisar constantemente la calidad y pertinencia del producto que entregan a los diferentes grupos de interés.
La profunda revisión que experimenta la sociedad a nivel mundial debido a la experiencia transformadora que fue la pandemia nos obliga a pensar en grandes cambios.
En el caso de las escuelas de negocios, el cambio empezará revisando lo que se enseña, pero no puede quedarse ahí. Es posible que sea necesario repensar toda la experiencia educativa, incluida la forma en que los estudiantes socializan, forman redes y adquieren experiencia, todo esto acompañado una discusión más amplia de las responsabilidades sociales de las corporaciones y sus líderes empresariales, que en muchos casos son actores principales en los órganos de gobierno corporativo de estas escuelas y también importantes patrocinantes.
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