El discurso de Jack Ma, fundador del Alibaba Group, es una señal temprana del intento de la sociedad china de presentar una alternativa a la manera occidental de manejar las relaciones económicas. Criticar al Acuerdo de Basilea es apuntar a derribar uno de los pilares de la administración del riesgo financiero de las sociedades occidentales. ¿La alternativa? Un sistema de calificación de la confiabilidad en los individuos basado en la información oculta detrás de miles de transacciones. Un concepto interesante, peligroso y aun difuso.
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Hay eventos que son reveladores porque desnudan la manera de pensar de una sociedad, porque sintetizan un momento histórico. Y este, a nuestro modo de ver fue la intervención de Jack Ma, el fundador del Alibaba Group, en el Bund Summit en Shanghái el pasado sábado 24 de octubre.
El Señor Ma sostiene que el Acuerdo de Basilea, el gran consenso de regulación financiera del G-20, es un esquema anticuado, más interesado en el control del riesgo de las instituciones financieras que en lograr el desarrollo, y en particular el de las nuevas generaciones y los mercados emergentes.
El empresario chino sostiene que el sistema financiero debería apoyarse menos en los grandes bancos y más en un conjunto de “lagos, estanques, ríos y riachuelos” que lleven los recursos a todos los confines de la economía. Esta es sin duda una manera bastante gráfica de señalar el reto de incorporar a la economía formal a 460 millones de chinos que carecen de historia crediticia. Los grandes bancos chinos, que son propiedad del estado focalizan su atención en las grandes empresas públicas y privadas, dejando al resto de los actores en manos de sistemas informales de préstamos y colocación de ahorros.
El Señor Ma sostiene que un sistema basado en préstamos con colaterales, funciona como una gran casa de empeño y no se adapta a la realidad histórica de la China Contemporánea. A través de grandes bases de datos, es posible inferir los atributos crediticios de millones de individuos que podrían recibir no solo créditos sin colaterales sino también el acceso a una enorme variedad de productos y servicios, que incluye la compra de inmuebles, la renta de vehículos y hasta el alquiler de sombrillas.
Aunque los especialistas en temas crediticios sostienen que Sesame Credit, la calificadora crediticia del Ant Group, no ha dado aún muestra de ser una herramienta robusta para apoyar las decisiones de crédito del grupo financiero al que pertenece, detrás de ella hay un gran sueño compartido con el Partido Comunista Chino (PCCh) y es el de crear una sociedad que administra sus incentivos basada en la confiabilidad de los individuos.
Las críticas al Acuerdo de Basilea no deben ser tomadas como el discurso delirante de un empresario ambicioso, sino como un reflejo de una sociedad que se plantea la posibilidad de ser la alternativa a un conjunto de países que han dejado de ser hace mucho tiempo prioridad para los EE.UU., y la Eurozona.
Detrás de la promesa de aplicar nuevas tecnologías para resolver los viejos problemas de la intermediación financiera, hay la clara intención de desarrollar un modelo de sociedad alterno cuya gran promesa es que se ocupara más del bienestar de los individuos y menos de la estabilidad de unas instituciones financieras, que gracias a la tecnología financiera (fintech) se desdibujan cada vez más.
El discurso del PCCh, en boca del Señor Ma, que es uno de sus miembros más destacados, al menos en el plano económico, da señales de que para consolidar el bloque de influencia que claramente China desarrollará en las próximas décadas, todas las herramientas posibles serán usadas.
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