Bienalmente la consultora EY y la Universidad suiza de St. Gallen publican un índice que incluye las 500 empresas familiares más grandes del mundo. En esta columna comentamos los resultados correspondientes al periodo 2019-2021.
Las empresas pertenecientes al índice generan ventas anuales de 7,28 billones de dólares, emplean 24,1 millones de personas y son el tercer grupo por contribución a la economía mundial después de EE.UU. y China. Setenta y cinco por ciento de ellas tienen una antigüedad promedio superior a 50 años, y un tercio de las mismas son centenarias.
Bienalmente la consultora EY y la Universidad suiza de St. Gallen publican un índice que incluye las 500 empresas familiares más grandes del mundo. En esta columna comentamos los resultados correspondientes al periodo 2019-2021.
Las empresas pertenecientes al índice generan ventas anuales de 7,28 billones de dólares, emplean 24,1 millones de personas y son el tercer grupo por contribución a la economía mundial después de EE.UU. y China. Setenta y cinco por ciento de ellas tienen una antigüedad promedio superior a 50 años, y un tercio de las mismas son centenarias.
Individualmente EE.UU. posee el mayor número de empresas familiares del índice, 119, que aglutinan el 24 por ciento. Europa aloja 236 empresas, lo que sugiere que acumulaciones de capital económico y social desarrollado durante siglos en esa región, han creado las condiciones para que estas organizaciones florezcan. Canadá y México están representados cada uno con 14 corporaciones.
Por volúmenes de ventas, las principales contribuyentes son las empresas familiares estadounidenses (2.482,5 millardos de dólares), seguidas por las alemanas (1.087,0 millardos de dólares), francesas (454,6 millardos de dólares) y surcoreanas (300,7 millardos de dólares).
Al hablar de áreas de actividad industrial el principal sector es Consumo (37 por ciento), seguido por Manufactura de alto nivel y movilidad (27 por ciento), Servicios a gobiernos y sector público (9 por ciento), Tecnología, telecomunicaciones y medios de comunicación (9 por ciento), Energía (8 por ciento), Servicios Financieros (6 por ciento) y Salud y bienestar (4 por ciento).
Estos números desmienten la creencia de que las empresas familiares no tienen el nivel de sofisticación o la propensión al riesgo para entrar en sectores con altas inversiones en tecnologías, o en innovaciones en general. Las empresas familiares más antiguas tienden a invertir en manufactura y consumo, mientras las de más reciente fundación lo hacen en tecnologías, telecomunicaciones y servicios financieros, que son productos y servicios que no existían en la primera mitad del siglo XX.
Para quienes investigan sobre el mundo de negocios, las empresas familiares son de particular interés, porque la continuidad propietaria a largo plazo permite entender como estas empresas balancean objetivos de corto y largo plazo en la búsqueda de creación de valor y del cumplimiento de metas no financieras que la gran mayoría de estas corporaciones mantiene.
Para conservar el control de los negocios familiares a lo largo del tiempo hay que desarrollar estrategias empresariales y familiares que atiendan el portafolio de negocios y la conducción del mismo. En tal sentido el índice EY- St Gallen nos da interesantes luces sobre asignación de recursos e incorporación de los miembros de las familias a sus negocios.
Las 500 empresas del índice tienen 4.418 puestos en sus juntas directivas, de los cuales 23,5 por ciento lo ocupan miembros las familias. El 17 % de estos representantes son mujeres y su participación relativa, del 31 por ciento, es similar a las de las empresas del Fortune Global 500 companies. La participación de las mujeres ha mejorado sustancialmente desde el survey anterior, en que apenas cubrían el 5 por ciento de los puestos directivos correspondiente a su grupo de interés.
De aquellas organizaciones en que hay mujeres directoras, el 54 por ciento son europeas, 30 por ciento son americanas y 13 por ciento se ubica en la región Asia-Pacifico. Solo el 5 por ciento de las corporaciones familiares son encabezadas por mujeres en claro contraste con el 8 por ciento de las empresas incluidas en el Fortune Global 500 companies. Obviamente, reducir la desigualdad de género en las posiciones gerenciales es una tarea inconclusa.
La edad promedio de los parientes que participan en las juntas directivas de sus empresas familiares es de 61 año, pero en una de cada cinco empresas del índice hay un director o un alto ejecutivo menor de 40 años perteneciente a la familia que ejerce control accionario.
Este panorama cambiará sustancialmente en la próxima década, y con la aparición de nuevos actores se incorporarán los valores y experticias de los Millennials y los integrantes de la Generación Z.
En la medida en que los recursos de las empresas familiares crecen con el paso de las generaciones, estas tienden a desarrollar portafolios diversificados de negocios para reducir la volatilidad de los ingresos y responder a la naturaleza cambiante de los negocios. Buen ejemplo de ello es el grupo EXOR SpA, controlado por la familia italiana Agnelli, y que tiene participaciones en el sector automotriz, seguros, medios de comunicación y hasta en un equipo de futbol profesional.
En relación a los temas de sostenibilidad ambiental, social y gobernanza corporativa denominados ESG por sus siglas en inglés, el 53 de las empresas del índice reportan la elaboración de métricas vinculadas a estos temas. Donde EE.UU. es el país con mayor número de empresas que reportan el cálculo de indicadores ESG.
La resiliencia este grupo de empresas familiares en años de pandemia quedó claramente reflejada en el survey. En muchos casos las compañías sacaron partido a la crisis de salud no sólo con la provisión oportuna de bienes y servicios, sino también desarrollando actividades de apoyo a grupo de alto riesgo a través de sus fundaciones y otros entes dedicados a las actividades altruistas, reflejando un elemento siempre presente en la literatura económica de las empresas familiares y es que ellas en muchos casos combinan objetivos económicos con aquellos de índole social como puede ser la protección del ambiente o la defensa de derechos de minorías étnicas o religiosas.
Un ejemplo de la importancia de los objetivos no económicos de las empresas familiares lo dio recientemente la familia Chouinard, propietaria de la empresa californiana Patagonia, productora de ropa y equipos para excursionismo, la cual transfirió a un fideicomiso la totalidad de sus acciones en la empresa con el propósito de que los dividendos que se reciban en el futuro se inviertan en la protección del ambiente. El patrimonio transferido es del orden de 1.200 millones de dólares.
Esperamos con mucho interés la nueva edición del índice EY-St. Gillen en 2024. Ojala veamos la emergencia de un mundo más inclusivo y abocado a resolver los retos ambientales.
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