La prensa económica de las últimas semanas se ha ocupado extensamente de la insolvencia de Evergrande, el segundo desarrollador inmobiliario de China. Aunque el caso es muy relevante para entender en qué situación se encuentra el mercado de renta fija del gigante asiático, también lo es porque es un reflejo de la necesidad de generar cambios profundos en la economía nacional que deberán ser promovidos por el Presidente Xi JinPing.
La implantación de un modelo de crecimiento basado en un mercado de consumo obliga a: generar actividades que llenen el espacio que hoy en día ocupa sector construcción, que representa el 29 por ciento del PIB chino; desapalancar financieramente la economía sustituyendo deuda contratada con los bancos nacionales (que son propiedad del estado) por acciones; crear un modelo de ingresos para los municipio basado en el cobro de impuestos y no en la venta de terrenos ; implantar un robusto marco regulatorio para los mercados de capitales.
Si los cambios no vienen rápidamente situaciones como las de Evergrande se repetirán frecuentemente.
La prensa económica de las últimas semanas se ha ocupado extensamente de la insolvencia de Evergrande, el segundo desarrollador inmobiliario de China. Aunque el caso es muy relevante para entender en qué situación se encuentra el mercado de renta fija del gigante asiático, también lo es porque es un reflejo de la necesidad de generar cambios profundos en la economía nacional que deberán ser promovidos por el Presidente Xi JinPing.
Durante tres décadas que terminaron en el 2010, China desarrolló un modelo de crecimiento basado en exportaciones y en la construcción de una infraestructura nacional de primer mundo. En esta fase la producción prelaba sobre consideraciones económicas. Este modelo tenía una vida finita, y a mediados de la década pasada se cambió por uno que apunta a desarrollar un mercado interno de consumo apalancado en las necesidades de una clase media urbana emergente.
Pasar del primer al segundo modelo implica grandes ajustes, entre los que se cuentan: el generar actividades que llenen el espacio que hoy en día ocupa sector construcción, que representa el 29 por ciento del PIB chino; desapalancar financieramente la economía sustituyendo deuda contratada con los bancos nacionales (que son propiedad del estado) por acciones; crear un modelo de ingresos para los municipio basado en el cobro de impuestos y no en la venta de terrenos; implantar un robusto marco regulatorio para los mercados de capitales.
El caso de la crisis de liquidez de Evergrande muestra claramente que la consolidación del nuevo modelo de desarrollo es un tema de primerísima prioridad.
El gobierno chino reconoce que en el desarrollo del sector construcción se han generado una serie de anomalías que hay que solventar. Existe un exceso de viviendas del orden de 30 millones unidades que están construidas en sitios de poca demanda, mientras que en las grandes zonas urbanas los precios de los inmuebles han subido dramáticamente, lo que los hace incomprables para el grueso de la población.
En noviembre del 2017, en el décimo noveno congreso del Partido Comunista Chino, el presidente Xi recordó a sus copartidarios que las viviendas son para vivir y no para especular. Esta frase ha marcado el destino de este sector de actividad, al cual se la ha exigido reducir los niveles de endeudamiento, aumentar la proporción de activos financiados con patrimonio y mantener suficiente liquidez para atender compromisos de corto plazo.
El gobierno chino ha intentado reducir el alza sostenida de precios en el sector inmobiliario, fijando precios máximos de venta de la oferta habitacional, y regulando las subastas de terrenos urbanizables que realizan las municipalidades.
En un contexto en que el Estado quiere reducir el flujo de dinero a los desarrolladores inmobiliarios con miras a frenar lo que éste considera especulación, Evergrande , buscó financiamiento a través de proveedores, la preventas de inmuebles a sus clientes y la venta de unas especies de certificados de depósitos al público en general.
Cuando la situación financiera se agravó aún más, los directores de Evergrande presionaron a sus empleados para que colocaran los certificados de depósitos en su círculo de allegados, so pena de perder bonos de desempeño si no colaboraban con el levantamiento de fondos.
El modelo de negocios que Evergrande desarrolló se basó en las grandes premisas de lo que llamamos en párrafos anteriores el primer modelo de desarrollo. Y se nutrió además de todas las imperfecciones del mercado chino.
Las captaciones de fondos del público en general, se hicieron a través de los llamados bancos a la sombra, que son estructuras no reguladas, y que abren la posibilidad de que pequeños inversionistas deslumbrados por las altas tasas de interés coloquen sus recursos sin pensar en los riesgos incurridos.
Obligar a los empleados a levantar fondos para la empresa es una conducta que viola cualquier principio ético, y habla muy mal de las prácticas de gobernanza de Evergrande.
El gran reto del gobierno chino es desmantelar las estructuras que creó para lograr las grandes tasas de crecimiento vigentes en el periodo 1980-2010, en las cuales la rentabilidad de los proyectos, la transparencia sobre el desempeño corporativo y el derecho de los inversionistas no eran factores particularmente relevantes.
En un nuevo escenario donde se necesita aumentar la base de inversionistas para financiar una economía mucho más sofisticada, la transparencia se vuelve un factor fundamental.
El gobierno chino hasta ahora ha dado muestras de no querer rescatar a Evergrande, porque quiere mostrar que no está dispuesto a seguir manteniendo las practicas del pasado, sin embargo dejar caer el castillo de naipes implica obligar a los pequeños inversionistas y a los compradores de inmuebles a compartir unas pérdidas a las cuales nunca debieron estar expuestos.
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