Louis Brandeis quien fuera miembro de la Corte Suprema de los Estados Unidos en el periodo 1916-1939 fue el arquitecto de la regulación de los monopolios en ese país., plasmando una visión que estuvo vigente durante buena parte del siglo XX. Para L. Brandeis las empresas industriales cuando se hacían muy grandes restringían el libre albedrio de sus competidores, retrasando la innovación y promoviendo la ineficiencia de la economía para su propio beneficio. Un ejemplo representativo de lo que se quería evitar lo reflejaba Henry Ford, cuando decía que uno podía tener el vehiculó de su preferencia siempre que fuese un Ford T de color negro.
Hasta bien entrada la década de los setenta del siglo pasado, el problema de los reguladores era evitar que sucediera la llamada “Maldición de la Grandeza”, por lo que todo movimiento tendiente a fusionar empresas o a consolidar sectores se veía con sospecha.
En la medida en que las realidades económicas se hicieron más complejas, surgieron visiones alternativas que sugerían que lo importante era garantizar que los usuarios obtuviesen los bienes o servicios al precio más bajo posible, por lo que era perfectamente legítimo que un sector de actividad fuese controlado por un reducido grupo de empresas, en la medida en que estas lograsen economías de escala que se verían reflejadas en precios más bajos. Robert Bork, profesor de leyes de la Universidad de Yale fue el principal pensador de esta corriente, la cual se inspiró en buena medida en la posición liberal de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago.
Cuando se habla hoy en día del Nuevo Movimiento de Brandeis, lo que se quiere destacar es que la obtención del precio más bajo, no tiene valor para la sociedad, si es la consecuencia de estrategias de precios depredadoras con el objeto de dominar múltiples industrias, sacar del juego a algunos competidores y reducir la posibilidad de escoger entre un mayor número de productos y servicios.
Para los nuevos discípulos de Brandeis, las tecnologías emergentes generan instituciones con múltiples facetas, que ofrecen plataformas de operación a clientes a que a su vez son sus competidores, generándose conflictos de interés que exceden el alcance de las leyes antimonopólicas actuales.
El nuevo reto de la regulación de los monopolios parte de reconocer que hay una realidad donde es posible incidir profundamente en muchos sectores económicos aparentemente inconexos. El gran tamaño per se de una compañía no es el problema, se puede ser más pequeño pero más influyente, y es esa influencia no regulada la que puede en un momento dado destruir un grupo importante de competidores escudándose en precios bajos que en el largo plazo no son sostenibles.
Para los interesados en el tema, se recomienda un artículo académico de la abogada y nueva estrella de la literatura de regulación empresarial, Lina Khan titulado “La paradoja antimonopólica de Amazon” (Amazon´s Antitrust Paradox) publicado en el 2017 en el Yale Law Journal.
El interés de noveles pensadores como Lina Khan es dar forma a nuevas escuelas de pensamiento que parten de la idea de que las leyes reflejan valores y cuando estos comienzan a cambiar también debe hacerlo entre otros el marco regulatorio de las actividades económicas.
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