Cuando el mercado de acciones llega a niveles cercanos a los máximos de la última temporada y no hay un consenso de hacia donde se dirigirá en los próximos meses, tal como sucede ahora en EE.UU., los inversionistas institucionales, en particular los fondos de cobertura, que sospechan que las acciones se moverán en un rango entre 3% y 5 % por ciento por encima o por debajo de las precios actuales, utilizan productos derivados para sacar provecho de estos movimientos acotados entre dos bandas.
La típica estrategia de dichos fondos es vender opciones call y put sobre el S&P 500 a plazos no mayores de un mes cruzando los dedos de que no haya un fuerte cambio de tendencia en ese lapso, de manera que al no haber movimientos que justifiquen el ejercicio de las opciones, tales vendedores puedan embolsillarse las primas cobradas para asegurar el siniestro. Si no hay siniestro (cambio brusco de precios) no hay indemnización a los asegurados.
Steven Sears, especialista en derivados, estima que en este momento existen coberturas como las descritas en los párrafos anteriores que cubren portafolios por el orden de 100 millardos de dólares. En el corto plazo, y mientras no haya nubes en el horizonte, la volatilidad del mercado accionario se reduce, pues los intermediarios financieros (dealers) garantizan las opciones vendidas por sus clientes con acciones que estos clientes poseen, lo que mantiene los precios del mercado dentro de un rango al reducirse los volúmenes de títulos transados.
Sin embargo, cuando un evento sorpresivo sucede, y la Administración Trump ha dado muestras de dar tales sorpresas frecuentemente, los precios de las acciones caen por debajo del rango estimado por los vendedores de cobertura y el precio de las opciones put se aprecia considerablemente, por lo que los vendedores de estas cobertura tienen que salir a recomprarlas para limitar sus pérdidas. Los intermediarios financieros cubren parte de las pérdidas sufridas por los inversionistas institucionales vendiendo acciones que sirven de colaterales.
Las ventas de acciones para cubrir las pérdidas de los inversionistas institucionales aumentan la volatilidad de los precios de estos títulos en un contexto donde los programas de computadoras de los intermediarios, los inversionistas institucionales, las empresas de seguros, los fondos de pensiones y los especuladores de todo plumaje generan movimientos que afectan los mercados de derivados (futuros y opciones) y los mercados accionarios deprimiendo más aun los precios y reduciendo la liquidez.
El proceso de caída de precios disparados por las coberturas de pérdidas finalmente se revierte cuando algunos grupos de inversionistas consideran que comienzan a generarse oportunidades de compra, este comportamiento se conoce como “buy in the dip” (comprar en “la corrección”, y uso comillas por que la corrección es una caída de al menos 10 por ciento en los precios, y estas compras muchas veces antes de alcanzar tal nivel psicológico de precios).
Para los inversionistas en general, la gran advertencia del momento es recordarles que el peligro no está solo en la ocurrencia del evento inesperado, sino también en las reacciones defensivas que tal evento genera en los diferentes actores del mercado. Muchos más pueden ser los caídos huyendo del fuego que atrapados en el incendio.
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