El Profesor Mohamed El-Erian sostiene que las valoraciones de las acciones de las grandes empresas internacionales se basan en tres supuestos: un crecimiento sostenible de la economía mundial, la expectativa de que los brotes inflacionarios de los últimos tres meses en EE.UU. son transitorios y la confianza en que los bancos centrales de los países desarrollados continuarán inyectando toda la liquidez que haga falta a sus economías nacionales, a costo cero, y por todo el tiempo que haga falta.
De estos tres supuestos, el que más incomoda a El-Erian es el de una inflación transitoria. Si este no fuese el caso, los bancos centrales del mundo desarrollado todavía tienen tiempo de ajustar sus políticas monetarias para evitar un ajuste brusco y recesivo.
Es particularmente interesante analizar cuando un referente de los mercados financieros internacionales toma una posición contraria al consenso económico del momento. Este es el caso con Mohamed El-Erian, Presidente del Queens´ College de la Universidad de Cambridge, quien además es un reconocido experto en el manejo de grandes portafolios institucionales.
El profesor El-Erian manifiesta su incomodidad con respecto a lo que él llama el Escenario Ricitos de Oro de los mercados financieros internacionales, donde las economías más desarrolladas, al igual que los platos de avena de los tres ositos del cuento, no están ni muy calientes ni muy frías.
En otras palabras las valoraciones de las acciones de las grandes empresas internacionales se basan en tres supuestos: un crecimiento sostenible de la economía mundial, la expectativa de que los brotes inflacionarios de los últimos tres meses en EE.UU. son transitorios y la confianza en que los bancos centrales de los países desarrollados continuarán inyectando toda la liquidez que haga falta a sus economías nacionales, a costo cero, y por todo el tiempo que sea necesario.
El-Erian no tiene problemas en aceptar que las economías desarrolladas seguirán creciendo en un futuro previsible, o que sus bancos centrales seguirán proveyendo abundante liquidez; su gran incomodidad esta en aceptar que la inflación recientemente experimentada en EE.UU. sea transitoria.
Si bien, este conocido economista, no cree en que pueda materializarse un ciclo altamente inflacionario como el de la década de los setenta del siglo pasado, él teme a la evidencia anecdótica que sugiere que están dando cambios estructurales en la oferta de bienes y servicios en un momento donde la demanda es robusta.
Un ejemplo muy ilustrativo de esta situación, se da en algunos mercados laborales donde la oferta de mano de obra no calza con la demanda de los empleadores, además del cambio de la propensión a trabajar en un contexto de pandemia, por lo que se crea una presión alcista en los salarios de algunos perfiles profesionales.
Dado que en los países desarrollados poca gente tiene experiencia lidiando con ambientes de alta inflación, es muy posible que los inversionistas obvien dos dinámicas de mercado muy importantes. La primera de ellas, es que un incremento puntual de precios puede transmitirse como efecto cascada al resto de la economía.
La segunda de estas dinámicas, está asociada a subidas de precios de materias primas y bienes industriales que se reflejan posteriormente en los precios de productos terminados y en los salarios.
Para complicar un poco más esta historia, la Reserva Federal (FED) ha cambiado en los últimos años la manera en que ejecuta la política monetaria, por lo que actualmente espera que la economía genere datos concretos para mover las tasas de interés que ella controla, en lugar de anticipar los cambios, como era su enfoque tradicional.
Un brusco frenazo de la FED en lugar de una suave retirada de su pie del acelerador incrementa el riesgo de una recesión. Y esta es la advertencia que se puede inferir de las experiencias históricas donde los bancos centrales se equivocaron al evaluar la robustez de la inflación.
La recomendación del profesor El-Erian a los bancos centrales de los países desarrollados es: poner mayor atención a la dinámica de los precios y al funcionamiento de los mercados laborales, pues escudarse en la apuesta de que la inflación es transitoria, aumenta el riesgo de generar un equilibrio económico inestable en el cual todos los actores económicos sufrirían. Afortunadamente, los bancos centrales todavía tienen tiempo para ampliar su visión sobre el tema inflacionario.
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