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El Dólar en Nuestras Vidas

  • Arca Análisis Económico
  • 28 abr
  • 4 Min. de lectura

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Resumen


En abril de 2025, Trump anunció un fuerte régimen arancelario, con aplicación inmediata para China y una pausa de 90 días para otros países. La novedad fue que, a diferencia de crisis anteriores, el dólar se debilitó en vez de fortalecerse, alimentado por posturas en su administración contrarias a un dólar fuerte. Goldman Sachs prevé caídas hasta 1,20 USD/EUR y 135 USD/JPY en un año. El liderazgo del dólar, basado en la credibilidad institucional de EE.UU., podría verse amenazado si prospera el nuevo orden geopolítico que impulsa Trump.


Quienes hemos tenido la oportunidad de vivir en países emergentes entendemos mejor que nadie a qué se refieren los economistas cuando hablan de “monedas refugio” y, en particular, cómo el dólar ha jugado ese papel en nuestras vidas cotidianas.  


A principios de abril de 2025, el presidente Trump presentó un agresivo régimen arancelario, en el que tanto la magnitud de los gravámenes como la simplicidad de la metodología que los sustenta sorprendieron al mundo de los negocios, y fue tal la reacción adversa de los mercados financieros que este se vio obligado a dar una pausa de 90 días para la aplicación de las mismas, salvo en el caso de China.


A diferencia de turbulencias previas, el comportamiento del dólar frente a sus contrapartes fue muy diferente en esta ocasión. El dólar, que normalmente se fortalece en tiempos de crisis financiera y económica, se ha desplomado. La actitud de algunos miembros de la administración Trump que no ven con buenos ojos un dólar fuerte ha obligado a inversores y analistas de todo el mundo a afrontar la posibilidad de una nueva era en la que el dominio del dólar estadounidense podría perderse.


A partir de 1945, el dólar ha sido una moneda fuerte porque EE. UU. ha sido un aliado rico y confiable, dispuesto a invertir recursos para resolver situaciones en puntos lejanos a su geografía.  Pero la conducta del presidente Trump frente a sus aliados tradicionales nos obliga a preguntarnos: ¿hasta dónde puede llegar la reciente caída del dólar? Y esta pregunta no es trivial porque los inversionistas extranjeros son los dueños de 19 billones de dólares en acciones de oferta pública estadounidenses, 7 billones de dólares en bonos del Tesoro y 5 billones de dólares en bonos corporativos estadounidenses. 


El temor de muchos es que, si no hay un cambio en el agresivo discurso de la administración Trump, los inversionistas internacionales comiencen a reducir sus posiciones en los títulos valores estadounidenses y se lleven sus recursos a otros destinos, golpeando el valor del dólar frente a sus socios comerciales.   


Aunque el valor del dólar siempre ha fluctuado, su primacía se ha mantenido intacta. Sin embargo, algunos analistas e inversores creen que la magnitud del impacto de la política exterior de Trump podría poner fin a casi un siglo de dominio del dólar.


Aunque Estados Unidos representa una cuarta parte de la economía mundial, más del 57% de las reservas oficiales de divisas del mundo están en dólares, según el FMI. Además de las reservas de los bancos centrales, existen muchas otras fuentes de dinero soberano y cuasi soberano que no se incluyen en los datos del FMI sobre reservas de divisas, pero también se denominan en dólares.


El dólar es igualmente crucial en el comercio, con el 54% de todas las facturas de exportación denominadas en esta moneda. En el ámbito financiero, su dominio es aún mayor. Alrededor del 60% de todos los préstamos y depósitos internacionales están denominados en dólares, al igual que el 70% de la emisión internacional de bonos. En el mercado de divisas, el 88% de todas las transacciones se realizan en dólares. Incluso los billetes estadounidenses físicos circulan extensivamente en el extranjero, gracias a su amplia aceptación. Según la FED, aproximadamente la mitad de los más de 2 billones de dólares en billetes estadounidenses en circulación están en manos de extranjeros.


El uso universal del dólar ha permitido a EE. UU. tener un acceso casi infinito al financiamiento internacional a bajos costos, dado que todo el mundo quiere tener dólares. Y este poder le ha permitido al gobierno estadounidense utilizar el acceso a su divisa como herramienta política a través de las sanciones.  


A diferencia de sus antecesoras, la administración Trump argumenta que los costos de mantener el estatus de reserva del dólar superan los beneficios, al fortalecer excesivamente la moneda estadounidense y perjudicar a los exportadores de dicho país, haciendo que sus productos y mano de obra sean poco competitivos a nivel mundial. 

Es improbable que el dólar pierda su estatus de reserva, simplemente por la escasez de alternativas viables. El euro es una unión monetaria con 20 países diferentes; China mantiene al renminbi bajo control, lo que limita su convertibilidad; y monedas como el franco suizo y el yen japonés son demasiado pequeñas para llenar el vacío que este dejaría. 


El hecho de que el dólar no sea fácilmente sustituible en los mercados internacionales no significa que no pueda perder valor. Los analistas de Goldman Sachs, que a finales de 2024 se mostraban optimistas respecto al dólar, ahora predicen que la moneda estadounidense caerá a 1,20 dólares frente al euro y a 135 yenes frente al yen japonés en los próximos 12 meses, lo que equivale a un debilitamiento adicional del 6 % con respecto a los niveles actuales.


En el largo plazo, el valor de la divisa estadounidense dependerá también de las reacciones de otros bancos centrales a los movimientos de la FED, ya que, aunque esta bajase sus tasas de interés, si otros lo hacen más agresivamente, el dólar pudiera fortalecerse. 


En la nueva geopolítica mundial surgen cursos de acción impensables en la última década. La pérdida de independencia de la FED o la implantación de gravámenes a los bonos en manos de inversionistas extranjeros son jugadas que introducirían mucho ruido en los mercados financieros internacionales y que apuntarían contra la estabilidad y el uso del dólar.


Es importante no olvidar que el liderazgo del dólar se ha cimentado en la credibilidad de los EE. UU. reflejada en el respeto a la independencia de sus instituciones. Los cambios geopolíticos que la administración Trump intenta imponer a la fuerza nos obligan a pensar sobre qué bases se constituirá este nuevo orden, si es que llega a prosperar, y si en ese nuevo mundo el dólar seguirá teniendo un rol como moneda refugio.     

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